martes, 30 de marzo de 2010

Posromanticismo: Bécquer



Gustavo Adolfo Bécquer (1836-1870) nació en Sevilla y era hijo del pintor José María Domínguez, que murió cuando el poeta tenía cinco años. A los diez años murió también su madre y desde entonces, vivió con su tío Valerio, pintor como el padre, y con quien recorre gran cantidad de ciudades españolas. De esos viajes surgió más tarde su Historia de los templos de España y sus famosas leyendas, ambientadas en las diversas tradiciones regionales. A los diecinueve llega a Madrid donde colabora en varios periódicos y estrena algunas obras de teatro sin demasiado éxito. Mientras trabaja en el periódico “El Contemporáneo” publicas sus Cartas desde mi celda, escritas en un monasterio donde repone su salud física y emocional, pues una tuberculosis había sido la causa de la ruptura con Julia Espín, de la que estaba muy enamorado.
Melancólico y gran aficionado a la música, se casa en 1861 con Casta Esteban (“Tu aliento es el aliento de las flores”, Rima XLVI), matrimonio desastroso que acabará en ruptura. En 1865 trabaja durante tres años como censor de novelas. Muere a los 34 años a causa de una grave enfermedad. Las Rimas y Leyendas son las obras que le han proporcionado un merecido puesto dentro de la historia de la literatura.
Las Rimas constan de 79 poemas breves compuestos entre 1857 y 1868, cuando apenas quedaban huellas de fervor romántico. La lírica tendía entonces hacia la sencillez expresiva y el intimismo, tendencia que ha sido llamada posromanticismo.
En las primeras rimas, Bécquer expone su concepción de la poesía. La poesía nace del amor y “el amor es la suprema ley del universo; ley misteriosa por la que todo se gobierna y rige”. En consecuencia, se refiere a ella como algo ajeno a los poetas, apenas perceptible, que el lenguaje humano se muestra incapaz de expresar. Se trata de una poesía profundamente subjetiva. El mismo Bécquer solía decir: “me cuesta trabajo saber qué cosas he soñado y cuáles me han sucedido”.

El resto de los poemas se centran, salvo excepciones, en el tema del amor a través de sus múltiples manifestaciones: desde el gozo hasta el desengaño y la desesperación. El ideal amoroso en Bécquer es también algo que huye y se mueve constantemente. Parece como si al poeta le interesase más la autocomplacencia en su propio sentir que la persona amada. Ésta es convertida en símbolo, en algo sin forma concreta: huracán, luz, rumor, lamento. El desengaño amoroso le lleva a la angustia y a la desesperación.
La poesía de Bécquer es una poesía concisa y aparentemente sencilla y sugerente, en la que la utilización de adjetivos escasea. Sin embargo, se trata de poemas en los que el simbolismo y el paralelismo son muy frecuentes.
Gerardo Diego divide las Rimas en cuatro series correspondientes a los temas predominantes en cada una de ellas:
La poesía, rimas I a XI
El amor, rimas XII a XXIX
El desengaño, rimas XXX a LI
El dolor y la angustia, rimas LII a LXXXVI.

Por otro lado, Rica Brown, autora de una de las mejores biografías escritas sobre Bécquer, ve tres tipos de temas: la poesía, la mujer y la inspiración poética y el destino y fin del hombre.

El teatro romántico



Don Juan Tenorio, de José Zorrilla, se estrenó en 1844 con gran éxito. Reelabora el tema del hombre mujeriego y burlador y le proporciona un final feliz. La obra está organizada en dos partes claramente opuestas. En la primera, durante una noche de carnaval, don Juan, joven y pendenciero, rapta a la novicia doña Inés, cuya inocencia engendra en él deseos de abandonar su pecadora vida. Humillado por un compañero de juergas, Luis Mejía, y el comendador, padre de Inés, mata a ambos y huye. La segunda parte transcurre cinco años después, en las primeras horas de la noche. En el cementerio, la sombra de doña Inés le anuncia su próxima muerte. Invita a cenar a la estatua del comendador que acude a la cita, le devuelve la invitación y pronostica su muerte. Al acudir a la invitación del comendador, contempla su propio entierro y, segundos antes de morir, se arrepiente y se salva.
Don Juan Tenorio es una obra de protagonista, presente en todos los actos y que tras su aparente inmoralidad y desvergüenza esconde un sentimiento positivo: el amor. La variedad de versos y estrofas proporciona la drama una gran musicalidad. De otro lado aunque la obra esté llena de incongruencias y anacronismos, el optimismo del final feliz, han convertido al Tenorio en una de las obras más populares de nuestro teatro.

El espíritu romántico

Como características generales del movimiento hay que señalar el cambio de sensibilidad artística. Frente al racionalismo neoclásico, los nuevos escritores defienden una concepción de la vida y de la literatura en la que las pasiones y los sentimientos proporcionan sentido a la existencia: lo que no se siente, lo que no emociona, carece de importancia. Los héroes románticos son personajes que viven intensamente y oscilan entre estados de ánimo que van desde la euforia hasta la desesperación más absoluta, pasando por la angustia, la melancolía o la nostalgia. Las obras artísticas deben conmover, trasmitir las emociones del héroe teatral o las fantasías del poeta. La naturaleza se convierte en el escenario favorito: paisajes lúgubres (nocturnos, cementerios, mar embravecido, ruinas) acentúan los sentimientos exaltados. La obsesión por la muerte y la exaltación del amor son temas que aparecen constantemente.



Historia y sociedad del Romanticismo


El Romanticismo literario triunfa en España tras morir Fernando VII en 1833, es decir, casi medio siglo después de la muerte de Carlos III, tras la cual las reformas sociales que propugnaron los ilustrados habían quedado paralizadas. Por primera vez en la historia del país la burguesía trataba de arrebatar a la nobleza el control del Estado. El triunfo de la revolución en Francia en 1789 tuvo mucho que ver con el fin del reformismo monárquico. Los reyes europeos se sintieron amenazados por los ideales burgueses que se propagaban desde Francia al grito de “libertad, igualdad y fraternidad”. En 1808 los ejércitos franceses ocupan España e imponen como rey a José Bonaparte. Los españoles se levantan en armas y proclaman la primera Constitución española en 1812. Logran derrotar a los invasores y restaurar en el trono a Fernando VII, hijo de Carlos IV. Durante seis años que duró la llamada Guerra de la Independencia, se formaron dos grupos: los liberales y los absolutistas. La llegada al trono de Fernando VII supuso el triunfo de los segundos.
Pero a la muerte de éste, en 1833, regresaron los exiliados y triunfan las ideas liberales. El nombramiento de Isabel II como heredera del trono fue rechazado por los partidarios del hermano del rey y originó la primera Guerra Carlista. La regenta María Cristina, y con el apoyo de los liberales, derrota a los carlistas, de tendencia absolutista.
Tras esto, la burguesía empezó a modernizar el país. Respecto a la agricultura, inspirándose en las ideas de Jovellanos, se modificó el sistema de propiedad y explotación de la tierra mediante la desamortización de los bienes del clero. También se inicia la industria siderúrgica en Asturias y País Vasco.
Con el triunfo del liberalismo surgieron dos tendencias: los moderados y los progresistas.